En vacaciones no hago nada más que respirar, comer y bañarme, así que con tanto tiempo y tanta endorfina paseando por mi cerebro se van asentando los experiencias del año.
En este en concreto, han pasado cosas increíbles y preciosas que no he tenido tiempo ni calma de procesar.
La grabación del disco, el rodaje del videoclip, los conciertos, las presentaciones y el apoyo de tantísima gente han sido para mí la realización de un sueño que ni siquiera me atreví a imaginar.
Sin embargo muchas de estas cosas me pasaron por encima o me atravesaron. Algunas las disfruté pero otras no he podido aún ni verlas. He cumplido un sueño y no estaba ahí para verlo. ¡copón!
No estaba porque andaba demasiado ocupada manteniendo la agotadora y titánica maquinaria de un proyecto autoproducido. Este es el sino de los que autoproducimos, pero también el síndrome de los que nos enfocamos en la acción y no somos capaces de reconocernos ni de disfrutar el momento. El reconocimiento es, creo, tan importante como el hecho mismo de hacer las cosas.
Mi mayor cualidad es también mi mayor defecto: cuando decido hacer algo lo hago.
El reto está en conciliar la materialización de los proyectos con la presencia en el proceso y el reconocimiento.Todo esto en la vorágine de la acción. Casí ná! 
Por ahora,desde la tranquilidad de la arena y el sol, empiezo a revisar este año y siento alegría y orgullo. Aunque sea a toro pasado comienzo a tener la distancia como para decir: Ole mi coño Moreno!
‪#‎olemicoñomoreno‬