La estrepitosa derrota de la selección en el mundial me ha hecho reflexionar mucho sobre la idiosincrasia hispánica.
A mi el balompié me la sopla porque el gen futbolero es recesivo en mi familia, pero creo que el golpetazo de la roja no puede ser más representativo de nuestro carácter.
Ayer fue un día significativo para el inconsciente colectivo,pero no porque España sea un país de perdedores;creo que somos más bien un país de bipolares.
Celebramos con exceso y nos piñamos con exceso
No conocemos la prudencia, la medida , la humildad y la constancia.Somos de triunfos excesivos y de fracasos estrepitosos
Representamos la nación de las colonias y del imperio perdido,de los subidones de las burbujas inmobiliariasy de los batacazos subsiguientes, de los hidalgos y los quijotes.
Somos de tenerlo todo, venirnos arriba, jactarnos sin medida y perderlo todo también sin medida.
La nación del pico,del extremo, de la polaridad del blanco y el negro. No conocemos la calma, la moderación, ni los grises.
Somos más de colores chillones, del traje de faralaes o de la negra Bernarda,del griterío para celebrar y del griterío para llorar;pero siempre griterío.
Nuestra selección lo gana todo y luego lo pierde todo con la misma intensidad.
Ayer la roja representó el espíritu de esta nación extrema que necesita litio urgente para equilibrar tanto pico y tanto batacazo.